Aquí nos disponiamos a subir; bueno, no exactamente a la cumbre, que los militares nos hubieran disparado de intentarlo, sino al Collado Mangueta, donde se deja el coche para emprender la vuelta al Pedro López (que todavía no se qué hizo para que le pusieran su nombre a la segunda cima más alta de Sierra Espuña). No me fijé mucho en el perfil de altitud de la ruta; como estaba a escala pequeña parecía que no había casi desnivel acumulado. Cleo casi me mata cuando he sacado el perfil del GPS ya en casa y... ejem... era algo más de lo que yo había dicho.
Pero bueno, la cosa empezó con un condicionante que nos fastidió porque nos hizo darle caña a la segunda parte del día. Resulta que en la carretera de subida al Morrón de Espuña han decidido limitar el acceso de 8.00 a 18.00 horas, da igual la época del año, y advierten con carteles amenazadores de que la valla que hay como a 2 km del Collado Mangueta, se cierra fuera de esas horas. Tuve que hacer el final del camino a toda mecha para llegar al coche, bajarlo hasta pasada la valla y subir a pata a recoger a cleo para que no bajara sola. Y despues de casi 17 km con 600 m. de desnivel no apetece mucho pegarse una subida de otros 2 por asfalto a toda leche. Pero eso hice....y la valla abierta a las 7 pm. Se la pueden meter por donde yo me sé.
En fin. Al principio se pasa por al lado de los pozos de la nieve de Cartagena, algunos en ruinas, otros reconstruidos.Los ricos de la época (s.XVII y XVIII) tenían su comidita refrigerada gracias a los bloques de hielo que se acumulaban en estos pozos, entre paja y matas para prensar la nieve y que se convirtiera en hielo. También servía para hospitales. Se bajaba de la sierra en mulas. La segunda y tercera imágenes de pozos es de otro día, con el cielo más cubierto y más acompañadas.
Cuando se deja atrás esta zona de pinar, comienza la subida al PL, con la mole del Morrón de Espuña atrás y el EVA en la cumbre. Yo, por si acaso, para hacer pis, me escondía, no fuera a ser que nos estuvieran observando.
Desde aqui tenemos enfrente la cumbre del Pedro López, al que se sube a la izquierda para luego bajar al camino por el que venimos. Estas son las vistas desde su cumbre, solo unos metros por debajo del Morrón. 
De ahi se baja hacia el camino del Pinillo, al que le da nombre la casa del Pinillo. En esta zona tenemos varias casas abandonadas, que tuvieron un pasado mejor como casas de labor o forestales. Tales eran la Casa Nueva y la Casa de la Carrasca.Como andar por pistas forestales es tedioso, la ruta nos desvía por una senda que nos sacará de nuevo al camino del Pinillo, pero de momento vamos por en medio del pinar. A la izquierda se observa la bajada en zig zag del Caracol desde el Morrón de Alhama. Así llegamos a un cruce en el que si fueramos por la senda de la derecha bajariamos hasta la casa de Don Blas y el barranco de Enmedio, pero seguimos unos metros hasta la Carrasca, un refugio forestal medio abandonado, con una balsa de riego enfrente y una fuente donde echar un trago. 
De vuelta en la pista forestal tenemos que subir hacia Pinos Blancos por un sendero empinado que queda unos cientos de metros a la izquierda del punto en el que volvemos a la pista. Tengo que hacer la subida casi corriendo con el miedo de que el coche se haya quedado encerrado y tengamos que pedir bed & breakfast en la base militar (donde por experiencia de otra ocasión, si te acercas mucho te sueltan por la megafonía que te largues). Me pego el subidón, bajo el coche 3 km hasta detrás de la valla, subo casi corriendo de nuevo los 3 km por carretera, bajo con cleo......y la puta verja sigue abierta. En ese punto, considero: a) dejar mensaje insultante a quien corresponda; b) protestar al forestal (ja ja...); c) joderme y pasar un huevo de la advertencia la próxima vez. Opción c gana. Lo más gracioso es que al lado de la verja termina el camino del Pinillo (que aqui ya se llama camino de la Carrasca), por lo que cleo no hubiera tenido que meterse la subida por el camino empinado, y yo no hubiera tenido que subir a por ella, solo subir a por el coche y bajarlo. Pero y el dolor de pies tan rico que yo tuve esa noche, eso es un placer...Por el asfalto nos encontramos con una víbora a la que pongo el nombre de Carmen, pues me recuerda mucho a una que yo conozco. 
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